sábado, 8 de octubre de 2011

SILENCIO: El trabajo espiritual se hace en Soledad




El riesgo de la soledad absoluta: el eventual encuentro con la locura. Quizás se tiene miedo de la soledad porque se tiene miedo de volverse loco. ¿Por qué loco? Porque las cosas se disipan. De repente la mirada ve, el oído escucha. Un cartujo del siglo XII lo expresa, y yo comento su texto: "cuando me retiro, cuando estoy en soledad, cierro los ojos, no hay nadie alrededor mío, ningún ruido, ningún sonido. Escucho el murmullo del silencio. Y ese silencio es atravesado por gritos, por vociferaciones; son los animales que tengo en mí." En la soledad me veo. En la soledad me encuentro, me conozco.

La soledad es un espejo. Y ¿quién soporta el tener un espejo ante el rostro? Se dice a menudo y se repite que el conocimiento de sí es el más difícil de los conocimientos; la ciencia de las ciencias, el conocimiento de los conocimientos. Si uno está muy sobrecargado, si uno ve muchos rostros, si uno se mantiene en una conversación perpetua, un parloteo exterior o interior, uno no se ve. Se ve a los demás, los rostros las mímicas, pero uno no se ve. La soledad es un espejo. Un espejo excelente, un espejo que retiene todo.

Entonces uno se ve, y se siente horror. ¡Horror de sí! ¿Por qué? Porque uno ve su pobreza, su miseria, cuando lo que habría que ver sería la belleza propia. Convendría ver la grandeza. ¿Por qué una grandeza? ¿Por qué el esplendor? Porque el ser es portador de luz.

El hombre, hasta el ser humano más lastimoso, lleva en sí la imagen divina, la chispa divina. Es un recipiente de luz, de belleza. En la soledad, el hombre su coge su acuerdo con el cosmos. Comprende que él es un microcosmos, que él lleva al macrocosmos en sí. Él es Tierra, él es Aire, Agua, Fuego. Contiene las plantas, el árbol, la flor, los animales, el pájaro y la serpiente. Es un ser humano. Él puede llegar a ser un ser humano completo.


 Marie-Madeleine Davy



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